Piérdete, sumérgete en un vaivén de palabras que quizás ninguno de los dos entendamos. Sal. Y desde fuera, psicoanalízate. Mira qué ha cambiado. Si la respuesta es nada... me congratula.

lunes, 28 de julio de 2008

Te vi, te vi, te vi...

Hoy lo he visto. Sí, a Él. Él en mayúsculas. Jamás pensé que lo conocería si nos topásemos cara a cara. Pero me ha hecho falta muy, muy poco tiempo para darme cuenta de que no era un mito absurdo. Hay quien lo considera fruto de reacciones químicas. Otros dicen que no existe, y que si existe dura lo que un merengue en la puerta de un colegio. Pues no.

Me he enamorado de Él. Deseaba llorar y desatar la emoción que me hacía temblar el labio inferior. Y allí, en la cafetería, con mi compañero de compras/amigo perfecto mirando y diciendo "eh! vuelve!" me he enamorado de Él. De Él, como ya he dicho antes, en mayúsculas. De Él materializado en dos ancianos. Ella jugaba con un cenicero. Se lo pasaba a una tercera señora que había enfrente. Ésta se lo volvía a lanzar, y sonreía cada vez que marcaba un gol entre los dos brazos. Y cuando lo hacía, su marido la besaba. En las manos, en el brazo, en la mejilla. Se miraban y ella no podía articular palabra. Pero no porque no quisiese. ¡Qué va!. El alzheimer se lo impedía. Le temblaban los brazos. Ausente, volvía a lanzar el cenicero. Se apoyaba en el hombro de su marido, mientras que miraba fíjamente su cara.

En ese mar de arrugas, pelos canos y complicidad me sumergía yo. Y podría pasarme toda la vida mirándoles. Con un sandwich en la boca y una lágrima en el rabillo del ojo lo vi. A Él. Amor se queda corto. Su imagen era la estampa de la suma perfección. Adorables. Y entonces me dio por pensar cuántos años llevarían juntos, la de cosas que habrán vivido, los hijos que posiblemente compartan... pero en su mirada, ausente la de ella y amable la de él, se veía amor. Miles de "te quiero". Abrazos, besos, caricias. Todo un camino. Un camino que él no estaba dispuesto a truncar por una puta enfermedad.

Así que hoy, mirándoles, me he dado cuenta de que existe. Sí, tío, existe.





Bye bye, honey...*

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