Piérdete, sumérgete en un vaivén de palabras que quizás ninguno de los dos entendamos. Sal. Y desde fuera, psicoanalízate. Mira qué ha cambiado. Si la respuesta es nada... me congratula.

viernes, 8 de agosto de 2008

Inolvidable.

Cuatro mil millones de personas hemos recibido hoy una lección. Hemos asistido desde casa, asombrados, al espectacular inicio de los Juegos Olímpicos en Pekín, una muestra de convergencia y perfecta simbiosis entre tecnología y tradición, rabiosa actualidad y melancolía que manifiesta un país que, poco a poco, se va convirtiendo en el emblema del ser humano.

El esfuerzo realizado por las personas que han logrado esta belleza (belleza, belleza, belleza) se verá premiado por el esfuerzo que realizarán los deportistas para lograr una meta. Y si la meta de esta presentación era impresionar, sin duda lo ha logrado. He tenido que cerrar la boca varias veces, frotarme los brazos para atenuar la piel de gallina y reprimir las lágrimas de emoción al observar cómo hemos crecido.

Han sido ellos quienes nos han mostrado la ruta de la seda, los orígenes de la imprenta o los bailes más tribales, apoyados en máximas como la paz, las sonrisas y los niños. Los niños, por tanto, han sido los protagonistas en esta fiesta en la que no hay lugar para la discordia.

En un "tira y afloja", la ceremonia inaugural ha sido el continente de momentos de tensión y de completa abstracción. Todo, absolutamente todo, ha generado millones de suspiros. Millones de sonrisas. Quizás millones de nuevas vocaciones, de envidias sanas, de satisfacción.

Y quien se pregunte el porqué de tanto despliegue quizás no valore que, unir a cinco continentes bajo un mismo estadio, merece esto. Y no mucho más, ya que dudo que superarlo sea posible.


Así que enhorabuena. Enhorabuena a todos los seres humanos. Y es que, aunque no lo parezca, estamos hechos de la misma pasta que los que hoy nos han quitado el sentido.






Bye bye, honey...*

2 comentarios:

Auggie Wren dijo...

No vi la ceremonia pero por lo que pusieron en el telediario, lo de los fuegos artificiales y tal, era la bomba. Para felicitarlos y... ¿felicitarse? Bueno, nunca está de más.

Un saludo.

M. dijo...
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